miércoles, 21 de diciembre de 2011

Extracto de una locura.

mi locura va más allá del cielo.

mi locura es intentar hablarte sin palabras, es tocar tu piel ajena en una cama ajena.

mi locura es amarte por la misma razón que las flores aman al rocío.

mi locura es intentar contigo un rompecabezas que no se completa con ambos

mi locura es tal que por las noches ya no se si duermo, si me levanto y logro llegar hasta tus abrazos.

mi locura es dulce, tan dulce como tu mirada por la mañana.

mi locura es fuerte, capaz de derrotarme mientras la disfruto.

mi locura se pierde entre la tuya.

mi locura es una herida y cada vez que sangra necesito más de ella.

mi locura es hábil, trata de huir cuando la realidad me atrapa.

mi locura es infiel, me engaña con alucinaciones y fantasmas.

mi locura es mirar como huye la última estrella en cada amanecer.

mi locura es tenue, casi como las sombras un humo verde.

mi locura se entristece cuando a escondidas me lleno de llanto.

mi locura es ira saber de ti sin poder provocar tus manos.

mi locura es gritos al defender tus traiciones.

mi locura es placer cuando paseas tus manos por el ecuador de mi cuerpo.

mi locura es deuda al palpar las desesperanzas humanas.

mi locura es sueño cuando vuela y me deja en tierra.

mi locura es asco cuando escucho sus nombres.

Mi locura es sonámbula cuando la guía tu olor.

Mi locura es creer que la realidad existe.

viernes, 21 de octubre de 2011

Estáticos

Estamos llenos
de vicios
de restos de alegrías no conquistadas
de tristezas mal apagadas
de cigarrillos consumidos por el viento
de rumores mal intencionados
de espejos que mienten
de amores no consumados
de fotografías desenfocadas
de ruidos molestos
de planes intermitentes
de alguna armonía en mal estado
de paciencia con fecha de vencimiento.

Nos sobran ideas irrealizables
y lágrimas que no lograron sobrevivir,
odios infértiles y mudos.


Tenemos innumerables heridas de bolsillo
amistades caminantes
resúmenes sin la idea principal
belleza embotellada
injusticias apiladas junto a poderes abusivos.

Y que sería de nosotros sin sueños,
sin la incertidumbre del día siguiente
tan sobrepasados de grisáceas rutinas
que escuchar revolución
sería como oír una alerta de tsunami.

Una miseria vivir el hoy
renegando del ayer y
confiando sólo en el mañana.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Vigilia

Era el quinto cigarrillo de la noche y el segundo café. Los ojos se me caían sobre el cúmulo de palabras que aun me faltaba saber. El cansancio y el sueño suelen ser los peores enemigos del estudiante, ya sea cuando hay que aplicar la profesión de estudiante o cuando en un carrete te limitas a mencionarla. Esa noche era la anterior al último examen del semestre, si lo aprobaba salía de vacaciones por lo menos algunos días, así que me tomé el concho del café e intenté seguir, pero había algo que me inquietaba.
Me levanté y fui hasta la ventana del departamento que compartía con el Daniel, un amigo de mi hermana que se vino a trabajar a esta ciudad. Él es súper relajado; entró a estudiar junto con mi hermana diseño teatral pero no le gustó. Siempre me contaba que había sido una excusa y un anticipo para que sus viejos lo dejaran estudiar teatro pero como nunca lo aceptaron decidió trabajar un par de años y pagarse los estudios después, lejos de su agobiante familia.
Mientras se quemaba el cigarrillo yo me cuestionaba mi vida y la comparaba con la del Daniel, ahora él duerme plácidamente y yo trasnocho para intentar sacarme un cuatro en un examen que no estoy seguro si mide mis conocimientos o simplemente es el resultado de una respuesta no afectada por los nervios, del estado de ánimo del profesor o hasta de mi propia suerte. A veces, muchas veces, me gustaría ser como el Daniel, trabajar duro en las mañanas, en la tarde ensayar con su banda y los fines de semana con el grupo de teatro. No tiene grandes lujos materiales pero sé que su felicidad es tan inmensa que no le permite siquiera desear cosas banales como un auto último modelo. Mientras que yo tengo esa insensata obsesión de ser siempre el mejor en lo que hago sea como sea, por eso me amanezco frente a la ventana viendo como se va mi vida y mi felicidad. Voy al baño y me lavo la cara para despejar esas ideas de mi mente, pero al mirarme al espejo veo mis fieles ojeras, esas que me acompañan desde cuarto medio y que nacieron cuando mi viejo me llevaba facsímiles de PSU para que los hiciera antes de "dormir". También encuentro unos indicios de tímidas arrugas que parecen luchar contra lo joven que puede quedar en mí. Prefiero no mirarme a los ojos, me dicen lo que sé y no quiero asumir.
Vuelvo a sentarme y la mesa del comedor me parece más repleta de cosas: cuadernos, guías, papers, libros, diapositivas, fotocopias indescifrables de cuadernos que parecen ser rayados con destacador negro. Pongo los codos sobre la mesa, me agarro la cabeza con las manos y grito en mi triste interior; me quedo en silencio con la cabeza gacha un momento. Escucho al Daniel roncar y vuelvo al estudio. Pasan una o dos horas, no sé, pierdo la noción del tiempo y vuelvo a mirarlo. Son las 4:32 de la madrugada y no puedo resistirlo más. Sé que si me detengo ahora tendré que levantarme en dos horas más para terminar. Sigo y de pronto suena mi celular, es mi vieja que me dice que tuvo un sueño conmigo y que si estoy bien, yo intento convencerla que sí y se calma diciéndome que descanse un poco, que tengo que cuidarme, la tranquilizo y le corto. Mi vieja es un poco esotérica para sus cosas, y es bastante asertiva; cuando mi hermana quedó embarazada ella le preguntó si lo estaba incluso antes de que la propia Mariana tuviese sospechas de estarlo, porque la soñó cubierta de hormigas que según ella es fertilidad. Yo nunca creí mucho es esas cosas, supongo que en eso me parezco más a mi viejo, un tipo escéptico que sólo bautizó a sus hijos porque sus padres lo presionaron, hombre de ciencia, psiquiatra.
Sigo, hasta que comienzo a sentir el frió del amanecer y me preparo otra taza de café. Mientras el agua hierve me fumo un cigarrillo. Son las 6:45 y mi nerviosismo aumenta. Hay un par de definiciones que aun no puedo dominarlas, las busco, las leo, la tetera hierve, vierto el agua a la taza con café, repito las definiciones, apago el cigarrillo, me las sé.
Voy a mi pieza y preparo la ropa. Me ducho rápidamente y al salir evito mirar el espejo. Me visto, voy a despertar al Daniel que ya está sentado en el borde de la cama, me pregunta soñoliento que como estoy, yo le respondo que bien y que quiero salir luego de esto, él me de ánimo y se ofrece a preparar el desayuno. El Daniel es un buen tipo, a mi ya no me incomoda que sea bisexual, en verdad, me ha enseñado a tolerar a personas que simplemente son diferentes; siempre me dice que todos somos bisexuales por naturaleza pero que sólo algunos se atreven a practicarlo. Yo lo escucho y cuando tengo tiempo leo los libros que me sugiere. Tengo mi polola hace más de dos años, pero a veces pienso que ella lo quiere más a él que a mí, pero bueno, las mujeres tienen esa fijación con hombres que no son del todo "hombres". Ese pensamiento me sirve para relajarme un poco mientras tomamos desayuno y me cuenta que esa noche llegará tarde porque su banda cumple un año desde que tocaron por primera vez para el público así que tendrán una especie de aniversario, me invita pero yo le digo que lo que me quede de ese día prefiero descansar o estar un rato con la Camila antes de irme a la casa de mis viejos en el sur. Ella es la mujer más dulce que he conocido, fuimos amigos mientras ella pololiaba, lo que se terminó el día que el tipo la golpeó. Yo jamás le haría algo así; es que ella es tan sensible que es imposible querer dañarla, por eso siento que me hace tan bien.
Son cerca de las 8 y me voy a la universidad. Cuando llego me encuentro con un par de compañeros que me informan que el profe todavía no llega, nos fumamos un cigarrillo y esperamos mientras comentamos la materia. Cerca de las nueve llega y entramos a una sala. La lista comienza a correr y mis compañeros a presentarse. En el momento en que el profesor hace una pregunta y puedo responderla me siento más tranquilo, pero con esa pregunta la Flaca no pudo, se puso nerviosa, titubeaba y dicen que cuando salió, lloró. A pesar de que me veo seguro porque sé que me saqué la cresta estudiando no puedo evitar sentirme mal por mis compañeros que sé que también lo hacen y no obtiene un buen resultado, y claro, también sentirme impotente cuando algunos responden estupideces y los evalúan bien.
No es el momento de cuestionamientos, me nombran en la lista. Me siento frente al profesor, me llama por mi nombre y me hace esa pregunta que no era mi fuerte, "lo que no quería que me preguntaran", hago el mayor esfuerzo por recordar y por no quedarme en silencio, que no se me noten los nervios, que no me tiemble la voz y que no me salgan muletillas ni tics humillantes. Me hace otra pregunta y ésta es la que yo estaba esperando, la que le expliqué a la Flaca y que cuando se la preguntaron no supo responder, pero intento no demostrar que me manejo tanto para que no me pregunte algo específico y me raje. Me calmo.
Bien, él me dice bien y me entrega la nota que necesito para aprobar, me levanto de la silla y disimulo mi orgullo. Tomo mis cosas, deseo éxito a los que quedan y me voy. En el camino analizo cada instante del examen y me siento bien conmigo mismo, me siento capaz de cualquier cosa, hasta de superar mi estúpido miedo a las arañas, siento que el esfuerzo si vale la pena que incluso podría intentar dejar de fumar para alargar mi vida y sentime así más días y hasta me siento tan pleno que sería capaz de pedirle matrimonio a la Camila. Pero me contengo, llego al departamento. Veo una nota del Daniel que dice "felices vacaciones" sonrío, él siempre tiene la palabra precisa. Me preparo un tardío almuerzo que como y disfruto como si fuere el primero y el último de mi vida. Llamo a la Camila y su voz me hace sentir aun más dichoso, la invito a la tocata del Daniel. Duermo toda la tarde y sueño con agua, clara y limpia, caigo en ella y me encuentro con la Camila que sonríe y me abraza, el Daniel me saluda de una orilla y mis viejos y mi hermana de la otra.